La palabra « rewilding » literalmente significa ‘resilvestrando’.
Hay un movimiento global que nació en 1999 por el conservacionista y activista David Foreman.Hoy en día está impulsado por diferentes iniciativas para resilvestrar nuestro planeta con acciones de conservación y recuperación de espacios naturales y la re-introducción de especies endémicas.
Se trata de confiar en que la naturaleza sabe más que nosotros; nosotros solo somos una especie mas entre millones que habitamos este planeta. Permitir que los ecosistemas se auto-gobiernen y auto-gestionen restaura su equilibrio, re-introduciendo especies que ayudan a mantener este ecosistema restaura su equilibrio. Por ejemplo, la re-introducción de herbívoros (cabras, corderos, equinos) en bosques mantendría nuestros bosques limpios y reduciría espectacularmente los riesgos de incendios.
Más allá de este movimiento el « rewilding » también tiene que ver con la forma en la que el humano está habitando la tierra y las consecuencias que la sobre-domesticación tiene en nuestra vida cotidiana.
Si te pregunto ¿qué crees que está sobre-domesticado en tu vida, cuál sería tu respuesta? ¿Somos conscientes que nos afecta mucho más profundamente de lo que somos conscientes?
En cuerpo y mente no hemos evolucionado para supeditarnos a la tecnología. La sociedad moderna nos ha empujado a vivir en un entramado que nos anula, por ejemplo depender de sueldos, que para ser conseguidos requieren del sacrificio de nuestro tiempo. Nuestros núcleos de familia se han visto gravemente afectados por esta entrega desmesurada e injusta de nuestro tiempo. Parece que nuestro tiempo para producir para otros es más importante que nuestro tiempo para nuestras familias y nosotros mismos. Este desequilibrio está causando estragos a todos los niveles. La cantidad de depresiones entre la juventud es escalofriante y lo peor es que no se está reaccionando suficientemente. Vivimos en un desastre medioambiental y social.
Lo salvaje no es algo alienado ni alejado de nosotros, somos seres salvajes que nos hemos visto atrapados en una sociedad que glorifica la domesticación apartándonos de nuestra naturaleza. La sobre-domesticación nos está enfermando física y mentalmente. Si trabajamos al lado de la naturaleza en lugar de en contra de, los beneficios son casi instantáneos. Re-aprender a vivir en nuestra casa natural, la Tierra, es volver a nuestros orígenes. Evidentemente esto requiere salirse de nuestra zona de confort.
Hay frases que escucho decir bastante como: «conectarse con la naturaleza», «necesito la naturaleza para conectarme», «me siento conectad@ en la naturaleza»… para mencionar unos cuantos. ¿Cómo nos hemos olvidado de que somos naturaleza y obviamente parte de ella? Cada uno de nosotros somos literalmente un ecosistema formado por los microorganismos y elementos que componen la hidrosfera, la litosfera, la atmósfera y la biosfera. Somos parte de un enorme tejido de interespecies que habitamos en la Tierra. ¿Qué nos hace pensar que somos algo diferente a la mosca que vuela, la hierba que crece, el viento que sopla, el pájaro que canta?
Desde hace 40 años vivo alejada de las ciudades e incluso pueblos. He buscado vivir lo más aislada que he podido del bullicio. Mis jardines no han sido domesticados, dejo crecer libremente las plantas y eso atrae a un sinfín de insectos que polinizan. No he domado a mis Caballos, con el tiempo nos hemos entendido, y la verdad, tampoco les pido nada así que nuestra convivencia es pacífica y respetuosa. Me he mudado de país para darles una mejor vida con muchísimo más espacio que les provee de comida en el suelo durante gran parte del año. Tampoco he adiestrado a mis Perros, también, con el tiempo hemos establecido un orden sin dominancia. Mis tres hijos se han criado en el campo, entre animales. Ahora mis dos nietas también viven en medio del bosque. Diría que toda mi vida he abrazado mi lado silvestre y salvaje. En algunos casos me ha traído problemas pero, sobretodo, me ha dado libertad.
« Tener una mente salvaje es tener una mente completa. Las personas con mentes salvajes son aquellas que han cultivado y encarnado su integridad humana innata: todo el espectro arco iris de capacidades, talentos y sensibilidades que constelan nuestro derecho evolutivo de nacimiento. », doctor en psicología Bill Plotkin.
Si en lugar de realizar clases, terapias, coaching, reuniones, etc. en lugares cerrados se realizaran en lugares abiertos, ¡cuán diferentes serían los resultados! Dedicándome al Coaching con Caballos por más de 18 años he constatado que mas allá del beneficio de las propias sesiones está el hecho de permitirse ser vulnerable en un lugar abierto con horizonte, sol, viento, lluvia…. Porque además, se produce una conjugación con todo lo que nos envuelve para formar parte de las sesiones. Todo el entorno participa en una sesión y los simbolismos que un cliente encuentra en pájaros, mariposas, ráfagas de viento, nubes, sol, sonidos, etc. tienen un valor incalculable.
Por mucho que queramos domesticar algunos animales, como el propio Caballo, reside en su naturaleza una fuerza indómita. Personalmente es lo que más me atrae de ellos. Es una expresión de libertad que gran parte de la humanidad ha perdido. Las personas « indómitas » son tachadas por la sociedad porque se niegan a aceptar la domesticación impuesta, a los Caballos se les tacha de « difíciles » por usar una palabra suave. En ambas especies el sometimiento puede hacer aflorar el alma indómita.
Como humanos, rediseñarnos para poder abrazar un cambio es vital. Es obviamente imprescindible tomar conciencia y abrir consciencia, pero tal y como decimos en coaching: « si no hay acción no hay cambio. »
Así que te invito a que te plantees ¿qué acciones puedes tomar tú para resilvestrar tu vida y tu entorno?