¿Qué sensaciones tienes cuando escuchas frases como “cambio de paradigma”, “despertar de la consciencia”, “vivir desde la autenticidad”, “consciencia espiritual”, etc.
Suenan bien, ¿verdad? ¿Y si estas frases realmente te las pudieses aplicar a tu vida, y no solo escucharlas, o mencionarlas en conversaciones!
Un cambio consciente de nuestra vida afecta cómo la percibimos; cómo la vivimos a diario. Es un cambio enorme que se produce poco a poco y que se inicia desde nuestro interior, nuestro núcleo, generando, finalmente, el cambio en el exterior.
El cambio de consciencia que se está generando es universal. Nunca antes en la historia de la humanidad se había conseguido reunir a decenas de miles de personas en tan poco tiempo entorno a una idea común: cambiar. Internet ha posibilitado que la humanidad pueda comunicarse en tiempo real y que organizaciones, asociaciones, grupos e individuos, a través del planeta, pueden hoy en día reunirse a una misma hora, por ejemplo, para hacer una meditación masiva y global. Investigaciones científicas sobre la repercusión, efecto e impacto que esto tiene demuestran que juntos somos capaces de generar una energía enorme. Se está creando un activismo sutil que dista del activismo que hemos visto y vivido en los últimos 40 ó 50 años. Es un activismo que se realiza en búsqueda de la paz interior, la compasión y desde la necesidad de generar un cambio consciente hacia un mundo más justo y más junto.
Trabajo al servicio de la comunidad desde hace diez años, siempre acompañada por Caballos, y cualquier otro animal que quiera participar en las sesiones: si entran en ellas es porque algo tienen que decir. Si algo he aprendido en esta década es a escuchar. Escucho a mis clientes, alumnos y a toda la naturaleza que me rodea porque todos provenimos de la misma fuente y todos estamos conectados, por lo tanto, todos necesitamos básicamente lo mismo: estar bien, sentirnos completos, vivir en equilibrio y harmonía y encontrar un propósito que nos llene. Cuando conseguimos eso, atendemos a nuestro corazón. ¿Dónde, si no, buscamos algo cuando todo lo demás nos falla? Pero, reconozco que muchas veces dejo de escucharme y atenderme a mi misma porque lo más fácil que hay es olvidarse de uno mismo.
Mi consciencia son los Caballos. Me recuerdan que si no sigo siendo yo, cuidándome para que lo sea, queriéndome y encontrándome en esa fuente que nos une y del que provenimos; por mucho que escriba, diga, plasme en imágenes y piense, simplemente: no funciona. Mis Caballos - no sólo con los que convivo y de los que me he convertido en su guardiana - todos los Caballos que se cruzan en mi vida por mi trabajo, por mis amistades, porque tiene que aparecer: son mi consciencia.
El cambio viene desde dentro, desde tu núcleo. El Caballo te lo plasma, a veces de una manera poco sutil, pero siempre respetuosa. El Caballo te recuerda que sólo tú, como eres en esencia, es con quien quiere dialogar e intercambiar, sin más y sin menos. Se complica cuando uno no se acuerda, ni remotamente, de quien es, pero el Caballo es paciente y sabe esperar a que lo recuerdes, incluso te ayuda y te da pistas. Además en ese preciso instante cuando te vuelves a conectar con tu núcleo, te regalará instantáneamente una interacción que te asegurará que es por allí por donde tienes que ir. Ese cambio consciente se siente a nivel físico y acompañado de un Caballo la sensación se magnifica.
"La única constante en la vida es el cambio." dijo Heráclito. Solemos pensar que un cambio implica algo nuevo pero el cambio consciente también podría ser regresar a algo muy antiguo: a recuperar la conexión con la tierra y sus habitantes, a recuperar la esencia de la infancia. El diálogo que podemos mantener desde este lugar no solamente se reduce al Caballo, es un diálogo entre especies en el cual todos tienen voz y todos deben ser escuchados.